Cultura en sobredosis

Gran domingo este, les cuento enseguida:

Roppongi (cuyos detalles se presentarán en un artículo que publicará pronto Revista Mundo Diners) es un complejo en el que se trata de juntar todo para que los tokiotas y los residentes no tengan que moverse del barrio.
Esta zona preparó para un fin de semana una enorme cantidad de actividades culturales, que se centraron en tres sitios específicos: Roppongi Hills, Tokyo Midtown y The National Art Center. Allí estaban las actividades principales y había decenas de otras en locales menos pomposos.
No logré enteder cuál era la idea de Roppongi Art Nigth. Creo adivinar que es el arte por el arte, que coincida con la pronta llegada de la primavera y con un clima superagradable, es la hora de dejar los abrigos y arroparse con cultura.
En la mañana visitamos The National Art Center. Estaba de cumpleaños, sus cinco primeros. No les voy a hablar del edificio (mejor que vean las fotos) que de por sí da para sorprenderse de la genialidad de Kisho Kurokawa, uno de los más grandes arquitectos de Japón y fiel representante del movimiento Metabolism.
Lo que en realidad hizo fue cambiar la fachada de la vieja biblioteca y modificar algunas partes del interior para crear este magnífico centro de cultura. Debe tener al menos cinco áreas para exposición, cada una con no menos de 10 salas.
Lo que vimos es una retrospectiva de Noda Hiroji, con más de 20 años de trabajo, en una expresión artística que usa mucho los textiles y el concepto de cajas para obras de gran formato. La principal, una pintura de unos tres metros de alto por unos diez de ancho. Los cuadros daban la impresión de ser ventanas que muestran una sensibilidad japonesa que es difícil de entender, de atrapar para un llamingo que todavía está recien llegado. Espectacular la obra de Hiroji.
Tras recorrer no más de cuatro cuadras llegamos a Tokyo Midtown, que también andaba de cumpleaños número cinco. En los jardines posteriores nos esperaban las esculturas de... No soy experto en arte, así es que mejor les explico a la criolla: inflables grandotes que pareceían mariquitas en diferentes posiciones y que le daban un aire de apacible jardín habitado por mega insectos, todos salidos de las profundidades de Yayoi Kusama.
Dentro, se exhibía una kokeshi,  una muñeca tradicional, que tenía el equivalente a tres pisos de altura.
En el cuarto piso, en el Museo de Arte Suntory, se presentó una exposición de cerámica asiática (china y koreana, básicamente). Un muy interesante recorrido por la cronología del uso de diversos materiales vegetales y minerales para crear objetos utilitarios que llevan siempre la marca del fuego.
El programa total de Roppongi Art Nigth, que en realidad dura 32 horas, tiene 40 páginas. Algo pasaba todo el tiempo. Conciertos que se iniciaban a las cuatro y media de la mañana, museos abiertos toda la noche, exposiciones independientes en las calles, conciertos, instalaciones, actuaciones, multimedia. Nada quedó por fuera.
Ahora, de lo que pude ver, como un observador marciano, uno que no sabe nada de nada, había una cantidad de gente que impresiona. Al principio tenía cierta confusión, acostumbrado a entrar a museos donde no hay nadie y uno puede básicamente hacer lo que quiere con lo que está en las paredes.
Pues no, había que recorrer la ruta de las muestras siguiendo la fila y la cola no tenía fin, había poco espacio y tiempo para quedarse a admirar una pieza específica porque la presión de los que venían detrás era fuerte.
Pero, superada la crisis, es maravilloso que tanta gente esté interesada por el arte, que personas de todas las edades anden picando cultura por aquí y por allá. Me imagino que en la noche los jóvenes habrán salido de las discotecas y se habrán dado un salto por alguna presentación, un concierto, la actuación de algún grupo.
Tokio es una ciudad abusivamente grande y terriblemente poblada, de manera que habría que tirar números para saber qué porcentaje de la población asistió a los eventos. Yo supongo que habrán sido varios cientos de miles. Eso espero.
Siempre espero que la cultura sea capaz de atraer más gente que el fútbol y me parece que esta vez sucedió el milagro.

Ya les cuento otras cosas. Nos vemos pronto. 

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