Los creadores de un mundo nuevo
Reciban mis saludos, hoy llevan más entusiasmo
El Premio Nobel de la Paz de 2024 es el reconocimiento de que las víctimas del único ataque atómico de la historia de la humanidad están en el camino correcto en su reclamo por la paz y, como condición indispensable, la exigencia de la eliminación de las armas nucleares.
En su historia, Japón y el Nobel se han llevado bien: tienen 29. Es la primera vez que una organización lo gana. Una que, además, está formada por cientos de miles de personas, que son los sobrevivientes del mayor acto de barbarie de la historia humana.
Lo relevantes es que el relato, la transmisión de lo sucedido ha conmovido al mundo y a los integrantes de la organización del Nobel. Contar la historia, una y otra vez, puede tener un poder inimaginable. A eso se han dedicado, a contar las historias de las personas que perecieron y a detallar la vida de quienes sobrevivieron, un infierno que sigue en el recuerdo 80 años después de que Estados Unidos lanzara el primero y único ataque atómico de la historia, los días 6 y 9 de agosto de 1945. Alrededor de 250.000 personas fallecieron, el equivalente a una ciudad entera, la mayoría civiles.
El Premio Nobel de literatura, Kenzaburo Oé, uno de los más activos artistas contra las armas nucleares, escribió: «Hiroshima debe estar grabado en nuestras memorias: es una catástrofe más dramática que los fenómenos naturales, porque fue hecha por el ser humano». Y sentenció: «Repetirla, mostrando la misma falta de respeto por la vida humana en las estaciones de poder nuclear, es la peor traición a la memoria de las víctimas de Hiroshima».
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Yukawa Hideki, Nobel de Física. |
Lejos estuvo de enorgullecerse. Yukawa se convirtió en un firme defensor del desarme nuclear. Dedicó gran parte de su vida a abogar por la paz y la abolición de dichas armas, mantuvo una postura ética que combinaba su conocimiento científico con una responsabilidad moral.
Hay más. En 1974, los esfuerzos de Sato Eisaki por convencer a la comunidad internacional de la necedad de la existencia de las armas atómicas trascendió lo suficiente para ser galardonado con el Premio Nobel de la Paz. Se hizo notar gracias a los que hasta ahora se conocen como los tres principios antinucleares: no poseer armas nucleares, no fabricar armas nucleares y no permitir la entrada de estas armas a territorio japonés.
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Sato Eisaki , Nobel de la Paz |
Ahora, es el turno de la Confederación Japonesa de Organizaciones de Víctimas de las Bombas Atómicas y de Hidrógeno, mejor conocida como La Nihon Hidankyō. La organización fue constituida en 1956 y agrupa a los hibakusha, como se conoce a los supervivientes de las bombas atómicas (el movimiento representa a los 174.080 sobrevivientes). Se calcula que hoy aún viven unos 140.000 hibakusha, que rondan los 80 años de edad.
El veredicto del Premio Nobel considera que merecen este reconocimiento «…por sus esfuerzos para lograr un mundo libre de armas nucleares y por demostrar mediante el testimonio de testigos que las armas nucleares no deben volver a utilizarse nunca» (Traducción de DeepL). Testigos que no esperan conmiseración emocional sino compromiso moral.
La academia sueca consideró notable el trabajo incansable para crear una conciencia planetaria sobre «…las catastróficas consecuencias humanitarias del uso de armas nucleares». Agrega que «Estos testigos históricos han contribuido a generar y consolidar una oposición generalizada a las armas nucleares en todo el mundo..».
Ahora, no es seguro que esta conciencia haya tenido una resultado práctico. Según datos recientes, se estima que existen alrededor de 12.100 armas nucleares en el mundo, que están distribuidas entre nueve países: Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido, China, India, Pakistán, Corea del Norte e Israel. Dos de ellos, Rusia e Israel, son protagonistas de invasiones sangrientas y han amenazado con usar armas nucleares en casos específicos. Los gobernantes de estos países todavía tiene en la cabeza la doctrina de la «destrucción mutua asegurada», como una disuasión.
António Guterres, Secretario General de la ONU, presentó hace poco su «Nueva Agenda de Paz», un documento bastante parcial, pero políticamente potente. Dice: «La guerra es siempre una elección: recurrir a las armas en vez de al diálogo, a la coacción en vez de a la negociación, a la imposición en vez de a la persuasión. Ahí reside nuestra mayor esperanza, pues si la guerra es una opción, la paz también puede serlo».
El periodista estadounidense John Hersey, qquienue hizo la cobertura de las bombas contra Japón, publicó luego el libro «Hiroshima». En él escribió: «Truman, convencido de que la demostración de la bomba le permitiría dictar los términos de la política mundial e imponerlos a la amenaza comunista, eligió a 150 mil civiles como ratas de laboratorio, eligió dos ciudades enteras como gigantescos polígonos». Las cosas no han cambiado sustancialmente
Conviene salir de la obviedad que los gobiernos solamente lanzan ataques, nunca los sufren. La mayoría de los hibakusha eran niños cuando sucedieron los ataques nucleares. Informes especializados descubrieron que ocho décadas no han sido suficientes para curar las heridas físicas y psicológicas.
Esto sucede, además, en un país que tiene una alta acumulación de centrales nucleares de generación de electricidad. Se recuerda, todavía, el accidente de la planta de Fukushima, luego de ser golpeada sucesivamente por un terremoto y un tsunami.
En el país operan media centena de estas generadoras. Luego de la crisis de Fukushima se evaluaron los sistemas de seguridad antes de autorizar que vuelvan a operar. La energía nuclear, en esta otra faceta, es beneficiosa para los japoneses: es más barata, da el suficiente poder para que siga moviéndose una industria de una dimensión colosal y es limpia. Siempre que no falle. Es difícil solucionar esta contradicción.
Llamingosan publicó en junio de 2012: «Ahora, ¿cuál es la mejor energía? y además, ¿cuánta plata hay para cubrir el consumo nacional? Si en el mundo hay 440 reactores nucleares y 3 se han accidentado parecería que es un sistema bastante seguro. El problema es que cuando se dañan provocan crisis altamente destructivas y por eso las protestas mundiales».
En el medio siempre estará la población. Luli van der Does, profesora en el Centro para la paz de la Universidad de Hiroshima, ha descubierto que los hibakusha han «… lograron construir un sentido de comunidad que los ayudó a ganar aceptación en la sociedad». Concluye que «Se convirtieron en líderes en la lucha por el desarme nuclear». "Pasaron de ser víctimas a creadores de un mundo nuevo”, dijo a BBC.
El mismo medios británico publicó que «Los hibakusha están envejeciendo y hay cada vez menos gente capaz de dar testimonio de la insignificancia de poseer bombas atómicas y de su maldad absoluta", declaró el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, según informó la agencia AFP.
«Creo que el mundo ha entendido que si, pese a los crecientes temores a su utilización, las armas nucleares no han vuelto a utilizarse hasta el momento, no ha sido por el efecto disuasorio de las propias armas, sino gracias a nuestro movimiento, el de las víctimas de la bomba [que hemos trasmitido nuestra experiencia]», recalcó hablando sobre el significado del premio la subsecretaria general de la Confederación Japonesa de Organizaciones de Víctimas de las Bombas Atómica y de Hidrógeno (Nihon Hidankyō), Wada Masako, que tenía un año cuando la bomba atómica explotó sobre Nagasaki, su ciudad, al medio local Nippon.com.
Desde 2021, el mundo ya tiene un Tratado para la Prohibición de Armas Nucleares, lo cual podría ser una buena noticia para Nihon Hidankyo. Por ahora, no son nada más que unas palabras con buenas intenciones que no les distraen a quienes quieren crear un mundo nuevo, los hibakusha. Construir sobre las heridas.
Siempre es un gusto saludarles.
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