La fortuna en las manos de siete deidades

Saludos, saludos, ¿cómo han estado estos días? Pasemos a la sala, dejé este tema al ambiente para que leude y debe estar listo para que lo tomemos y hablemos de él. Bienvenidos.

¿En manos de quién está nuestro destino? En Japón muchos les dirán que en las de los siete dioses de la fortuna, al contrario de quienes asegurarán que el destino es una construcción individual, o los que ponen la conquista del futuro en manos de una sola deidad y los que hablarán de la incomprensible asociación de fuerzas del universo.


Esta pléyade de seres divinos, los japoneses de la fortuna, está compuesto por Benzaiten, Bishamonten, Daikokuten, Fukurokuju, Hotei, Jurojin y Ebisu. Tienen diversos orígenes y reparten diferentes tipos de fortuna (definida como suerte favorable). Por adelantado, este artículo se encomienda a Benzaiten, la única diosa y quien reparte ventura a quienes se dedican a la creación y las artes.


Pero bien, uno de los datos llamativos es que solo uno de los siete «nació» de la mitología japonesa: Ebisu. Con ese nombre se designan, por ejemplo, un barrio en la administración de Shibuya y una cerveza (aunque la escritura es Yebisu), porque creen en él, creen en la fortuna que reparte rigurosamente.

Una parte de los siete dioses, en un templo en la isla de Itsukushima


Ebisu tenía como compañeros a Izanami e Izanagi, dioses mayores del altiplano del cielo sintoísta. Entrega prosperidad y riqueza, está asociado a la creencia de abundancia en las cosechas y, por derivación, en la comida en general. Es el patrono de los pescadores, de hecho aparece con ropa y sombrero de pescador, caña y un pescado (que puede ser carpa, merluza, lubina o bacalao, peces grandes).


En japonés se usa una palabra compuesta: shichi (siete) fuku (fortuna) jin (dios). Son una mezcla ecléctica que han evolucionado junto con las creencias de la sociedad nipona. En el XVII fueron fijados los atributos y las características como se mantienen hasta ahora. Ellos son otra de las representaciones del amplio sincretismo religioso de Japón.


De hecho, la partida de nacimiento de Benzaiten, Bishamonten, Daikokuten se puede marcar en el hinduismo, mientras que tienen genética taoista y budista Fukurokuju, Hotei y Jurojin.


«Las religiones de origen asiático son complejas de estudiar, debido a que casi todas están basadas en el politeísmo (creencia en múltiples dioses) y se contribuyen unas con otras. Es este el caso de la mitología japonesa, que se vale de filosofías como el budismo, el taoísmo, el hinduismo y el sintoísmo para su conformación. Es conocido que los japoneses, desde la antigüedad, rinden culto a miles de dioses divididos en generaciones, que dan origen a los distintos ecosistemas del mundo y, por supuesto, a muchas leyendas conocidas en la cultura popular», escribió Vic Pantoja, del portal culturizando.com.


Se dice que la galería de dioses y deidades nipones tiene más de 8 millones de retratos, pero los de los siete tienen un lugar especial. Son seres divinos que están para empujar a los humanos por el sendero de la buena suerte.


Siete porque es un número de suerte contundente para el país del sol naciente: el festival de Tanabata se celebra el séptimo día del séptimo mes, siete días después del nacimiento de un hijo hay una gran celebración, así como el duelo dura siete días y hay una ceremonia de recuerdo a la séptima semana. El budismo japonés cree en las siete reencarnaciones y, para completar, el bushido, el código de honor de los samurái, tiene siete principios: integridad, respeto, valor, honor, compasión, honestidad y lealtad.


Pero bien, de los seis restantes, descrito ya Ebisu, se puede decir lo siguiente: Daikokuten es el Dios del comercio y la prosperidad; es el patrón de los cocineros, granjeros, banqueros y agricultores. Es considerado cazador de demonios, de piernas cortas y cargado con un saco repleto de objetos valiosos.


Bishamonten es el dios de la fortuna en la guerra y las batallas. Protege a quienes siguen las normas y son correctos. Es el patrón de los luchadores y protector de los lugares sagrados.
A la diosa Benzaiten le atribuyen las cualidades de la música, el talento, la belleza, el arte. Es representada como una mujer inteligente y bella, patrona de los artistas, escritores, bailarines, geishas, etc.


Para hablar de Fukurokuju, se ha de pensar en un ermitaño chino, distinguido por ser la reencarnación de un dios taoísta. Su fuerza se concentra en la sabiduría, la suerte, la longevidad, la riqueza y la felicidad. Se lo representa, físicamente, con una cabeza casi tan grande como el cuerpo. Suele estar acompañado de animales que también representan la longevidad: una tortuga, un cuervo o un ciervo.


En el turno de Juroujin, se repite la virtud de ser dios de la vejez y la longevidad. En cambio era muy alto y tenía la cabeza alargada, acostumbraba a ir sobre un siervo, acompañado por una grulla de más de un siglo de edad.


Mientras Hotei es el guardián de los niños y, al mismo tiempo, y por paradójico que parezca, patrón de los adivinos y de los taberneros. A él se le reza cuando se necesita popularidad. Es un monje budista de la secta zen a quien la barriga se le desparrama.

Foto de bohemiantraveler.com

Una parte básica de la tradición es retratar a los siete abordo de un barco. Así se recuerda la leyenda conocida como Takarabune. Según el relato, en los primeros tres días del año los dioses se embarcan en el cielo en una nave cuyo nombre es el mismo de la leyenda. Llevan en la cubierta tesoro que muchas veces son ropas con poderes mágicos. Descienden a los puertos para repartir fortuna entre los seres humanos. Por ello, es común colocar una imagen de los dioses debajo de la almohada el segundo día del año para tener buen sueño y, de esta manera, gozar de suerte todo el año.


Los primeros días del año los japoneses suele peregrinar por los templos en los que los personajes principales son los dioses de la fortuna, para asegurar que el año tendrá un buen augurio.


La relación de la gente con sus dioses, en un país que practica religiones animistas (budismo y sintoísmo) es relajada, no involucra un protocolo severo, cuellos tiesos o silencios artificiales. Es como alguien que se acostumbró a viejas amistades y que hacen gestos de fraternidad. Como repartir fortuna.


Es difícil de explicar pero al menos queda la descripción. Que les sirva de inspiración.


¿Nos veremos pronto? Eso espero.



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