Llamingosan, 10 años del primer artículo

Les saludo con especial agrado.
 
Cuando Llamingosan se fundó, hace una década, el autor de esas notas era un neófito sobre Japón, tenía un desconocimiento casi vergonzoso de un país que es la tercera economía del mundo y, como tal, tiene un puesto ganado con merecimientos en el planeta. Había tenido, la víspera de crear este sitio, dos opciones: defender mi ignorancia sobre esta cultura de siglos o declarar un humilde armisticio para ganar tiempo y cobijarme dentro del saber de lo nipón.

Si bien la opción fue la segunda, operó el efecto “naruto”, un torbellino en el mar que cuando atrapa no deja de hundir los deseos de conocimiento hasta que sea demasiado tarde para salir.
Entonces, con la experiencia de cerca de 30 años en la comunicación, lo poco o lo mucho que iba sonsacando a las veredas y a los rostros se transformó en letras; primero en forma de un relato de experiencias individuales y más tarde (cuando quedó claro que los cosquilleos de la sensibilidad individual no eran suficientes) en la construcción de artículos periodísticos que sigan las reglas básicas de la comunicación social y que, al tiempo, no dejen de coquetear –y a veces poseer- con la literatura, a la literatura.

Entonces, me convertí en blogero, que es una manera de ser escritor, periodista, ficcionador de la realidad, voceador, cronista y relatero, todo en la misma caja de sorpresas.

Llamingosan ha sido más que una bitácora. Cada tema enfrentado, con responsabilidad, abrió puertas a investigaciones de asuntos colaterales, reflexiones, inevitables comparaciones que generalmente no prosperaron, más curiosidad, más exposición a las sorpresas.
 
Alrededor de 2014, cuando hice la tercera lectura de «Seda», de Alessandro Baricco, decidí escribir un artículo en el que trataría de darle unas explicaciones reales a la secuencia fantástica de la novela del autor italiano. Me dejé llevar con tanta fruición que terminó convirtiéndose en un ensayo literario y que está en perchas: «Japón de Seda». Esta experiencia demostró que un periodista puede llevar una investigación hasta más allá de las fronteras de la vía láctea.

Luego, fueron publicándose temas de trascendencia coyuntural, aproximaciones a la cultura, exploraciones fútiles, registros de hechos notables, algo de crónica de viajes con condimento y solera, unas pocas reflexiones de la vida de un latino en una cultura fabulosa porque, precisamente, no se parece en nada a la propia, en nada.
 


Llamingosan: el nombre de la bitácora fue adoptada, finalmente, como una marca personal que se ha mantenido y ha cobijado a dos publicaciones más: «Japón bajo la piel», crónicas periodísticas para entender Japón más allá de los lugares comunes; y, «Tokiotas», publicado justamente este décimo aniversario de Llamingosan, en una vuelta vertiginosa a la literatura, a los cuentos cortos.

Llamingosan se mantendrá mientras permanezca la curiosidad por Japón, mientras haya inquietudes por indagar, mientras haya motivos para perpetrar escritura. Que la intención no pase a la lista de las voluntades rotas, que el futuro se dibuje así, en este limbo en el que la cultura nipona impone una melancolía merecida y plena.

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