Un templo para aprisionar al coloso del agua
El clima va pasando de templado a caliente, ¿qué les parece si nos sentamos un rato afuera, para aprovechar la brisa?
No pocas veces hay quien se pregunta qué movió a seres humanos a asentarse para vivir en zonas que son tan riesgosas, complicadas e inquietas; la pregunta se estira un poco más: cuántas otras virtudes tenía el Japón para animar a que las personas decidan construir aquí su hogar a pesar de ser la zona más sísmica del mundo, que es visitada por no menos de treinta tifones al año, que ha sido golpeada por tsunami y que tiene casi una centena de volcanes activos.
No hay una respuesta a la vista pero, pero el ingenio de los japoneses ha logrado mitigar en mucho los efectos devastadores de estos fenómenos inevitables.
El tema de hoy es un coloso llamado agua. Se han tomado, y se siguen tomando, acciones que siguen una dinámica permanente de innovación y desarrollo para ser cada vez más eficientes en el control de inundaciones. Los japoneses han decidido que una de las mejores estrategias es apresar al agua cuando se pone inmanejable y dejarla ir cuando se calme.
Se han inventado un especie de centro de detención provisional que, si bien puede sonar a un asunto relacionado a delitos penales o a un exceso de fantasía, las evidencias demuestran que funciona bien.
Vale volver a recordar que el 60 por ciento del territorio japonés está formado por montañas, en las zonas planas se han concentrado los asentamientos humanos que, por la falta de espacio, se han apiñado hasta formar, como en el caso de Tokio, ciudades sorprendentemente densas, en todos los sentidos.
Estos llanos tienen poca altitud, están generalmente pocos metros sobre el nivel del mar, durante la historia del país muchas veces los tentáculos de este coloso azul se ha metido por las calles hasta las casas, aquel líquido que baja rabioso por las montañas cuando pasan los tifones devastadores, el mismo que se mete desde el mar cuando entran los tsunami y arrasan.
De alguna manera este tema ya fue abordado en este artículo, pero hay novedades que añadir y la primera tiene que ver con el transporte y la manera cómo se está evitando que el agua entorpezca el sistema más puntual del mundo.
En Tokio hay dos operadoras de trenes subterráneos, que son propiedad del gobierno y de la administración metropolitana. Las dos operadoras tienen que lidiar con unos 10 millones de pasajeros que se movilizan cada día. Es como transportar a toda la población de Moscú o a toda Bolivia durante las 18 horas de operación (si se amplia la cuenta al Gran Tokio y a los trenes exteriores, cada día viajan 26 millones de pasajeros, la fuente es Japan Today; es algo más que toda la población de Australia).
Para que ello suceda operan 13 líneas, que utilizan 231 estaciones que unen una red de 286 kilómetros de vías. Todas estas estaciones están bajo tierra y son potenciales pozos a donde caiga el agua de lluvia que no sea canalizada correctamente.
El hecho de la densidad poblacional de Tokio es importante. Normalmente, cuando llueve, el suelo absorbe el agua y que baja por conductos subterráneos hasta los sumideros naturales, que son los ríos. La naturaleza de cada zona ha trabajado por cientos de años en construir sus sistemas de desagüe.
Pero se invalidan en las ciudades, que están llenas de cemento y asfalto, materiales impermeables. Los niveles de lluvia son los mismos, pero ahora la tierra no absorbe sino que el agua fluye por las aceras, por las calles, a las alcantarillas y luego a los desagües artificiales, que suelen ser ineficientes en el momento de mayores precipitaciones.
El Scientific American Blog Network publicó un artículo en el que dice que “El control de inundaciones es un componente importante en la adaptación al cambio climático y los esfuerzos de resiliencia”.
Lo peor que le puede pasar a esta ciudad es que las vías de desfogue se saturen y el agua termine en las estaciones de metro, como sucedió en el pasado.
Una medida particular es la que desarrollo Tokyo Metro: es un sistema que sella el 20 % de las estaciones. Es decir, durante una inundación es más seguro estar dentro del metro en una de esas estaciones metros bajo el nivel del suelo que a la intemperie, que con los pies sobre la tierra.
El sistema es múltiple: unas enormes puertas sellan los túneles por donde transitan los vehículos. En el mismo momento, se cierran herméticamente los ductos de ventilación y la entrada a la estación, que está a nivel de la calle. Con esto se logra tener un espacio seguro. Este sistema también crea refugios apropiados si la amenaza es un tsunami.
Diario El País, de España, reportó hace poco que “Otro de los activos con los que cuenta la ciudad para luchar contra posibles inundaciones son los diques construidos en paralelo a sus ríos. En la actualidad el Departamento de Construcciones del Gobierno Metropolitano de Tokio está creando varios “súper diques”, capaces de aumentar el control sobre sus aguas. Estas macro estructuras construidas a lo largo de amplias extensiones de terreno también están pensadas para contrarrestar los efectos de posibles terremotos en las zonas donde se encuentran ubicadas. Junto a los diques, las esclusas situadas a lo largo de la bahía de Tokio juegan un papel fundamental en el control de las aguas en caso de desastre natural”.
Pero el que se lleva todos los premios es el que se considera el más grande sistema de prevención de inundaciones del mundo, se le conoce como el Templo Subterráneo o G-Cans y su nombre oficial es Canal de Descarga Subterránea Exterior del Área Metropolitana.
Eugenio Rodríguez, en su blog Fieras de la Ingeniería, informa que los trabajos de construcción se iniciaron en 1992, se terminaron en 2009 y se usó cerca de 1.700 millones de dólares de las cuentas del gobierno.
Una manera muy práctica de entender cómo funciona es compararlo con la rendija que tienen los lavamanos por donde se va el agua cuando se acumula en exceso. Pero este proyecto japonés tiene dimensiones colosales.
Cuando hay una cantidad de agua que puede provocar daños a la población se recoge el excedente de agua, se lo canaliza hacia cinco silos a través de túneles y se deposita en un tanque de almacenamiento que es como el centro de detención provisional. Un sistema de más de 70 bombas conducen el agua hacia el río Edogawa, en las afueras de la capital de Japón.
Cada silo, de hormigón, tiene una profundidad de 65 metros, piense en un edificio de 20 pisos. El diámetro de 32 metros. El túnel que une los silos tiene 6,4 kilómetros, un diámetro de 10 metros y está perforados a una profundidad de 50 metros bajo la ciudad. Cuando los silos se llenan, el túnel conduce el agua al imponente Templo Subterráneo. Es un depósito de 177 metros de largo y tiene una altura equivalente a un edificio de 8 pisos. Está conectado a un sistema de bombas que pueden drenar 200 toneladas de agua por segundo.
Satoshi Yamamoto dijo al medio digital Bloomberg que “…el calentamiento global parece estar haciendo que las tormentas y tifones ocurran con más frecuencia, lo que exigiría un aumento del uso de depósitos subterráneos de la ciudad. Japón registró un promedio de 13 tifones durante los tres primeros años de la presente década, en comparación con un promedio de alrededor de 11 en los seis décadas anteriores”. El científico cita como fuente a la Agencia Meteorológica de Japón.
Yamamoto fue entrevista por este medio de comunicación porque es el responsable de la construcción de uno de los mega silos, cuya terminación está planificada para 2016. Este, en particular, está ubicado en un lugar muy populoso y famoso: debajo de Roppongi. Tiene capacidad para almacenar el agua que llenaría 54 piscinas olímpicas.
Para el Japón, la solución a los problemas derivados del exceso de agua es crear espacios de almacenamiento temporal debajo de la ciudad. Hasta el momento ha servido, Tokio no ha sentido ningún efecto adverso de los tifones de los últimos tres año. El sistema no ha sido probado todavía con un tsunami y lo mejor sería que eso no suceda nunca. Lo mejor, por el momento, es la seguridad que genera saber que hay un sistema trabajando para hacer la vida mucho más llevadera en este país que se retuerce.
Me encantará verles ya mismo para contarles otra historia.
Antes que se vayan, si siguen este vínculo pueden tener un "streetview" del G-Cans, gracias a Google Maps.
En este otro pueden hacer una visita con la cámara de un aficionado.
No pocas veces hay quien se pregunta qué movió a seres humanos a asentarse para vivir en zonas que son tan riesgosas, complicadas e inquietas; la pregunta se estira un poco más: cuántas otras virtudes tenía el Japón para animar a que las personas decidan construir aquí su hogar a pesar de ser la zona más sísmica del mundo, que es visitada por no menos de treinta tifones al año, que ha sido golpeada por tsunami y que tiene casi una centena de volcanes activos.
No hay una respuesta a la vista pero, pero el ingenio de los japoneses ha logrado mitigar en mucho los efectos devastadores de estos fenómenos inevitables.
El tema de hoy es un coloso llamado agua. Se han tomado, y se siguen tomando, acciones que siguen una dinámica permanente de innovación y desarrollo para ser cada vez más eficientes en el control de inundaciones. Los japoneses han decidido que una de las mejores estrategias es apresar al agua cuando se pone inmanejable y dejarla ir cuando se calme.
Se han inventado un especie de centro de detención provisional que, si bien puede sonar a un asunto relacionado a delitos penales o a un exceso de fantasía, las evidencias demuestran que funciona bien.
Vale volver a recordar que el 60 por ciento del territorio japonés está formado por montañas, en las zonas planas se han concentrado los asentamientos humanos que, por la falta de espacio, se han apiñado hasta formar, como en el caso de Tokio, ciudades sorprendentemente densas, en todos los sentidos.
Estos llanos tienen poca altitud, están generalmente pocos metros sobre el nivel del mar, durante la historia del país muchas veces los tentáculos de este coloso azul se ha metido por las calles hasta las casas, aquel líquido que baja rabioso por las montañas cuando pasan los tifones devastadores, el mismo que se mete desde el mar cuando entran los tsunami y arrasan.
De alguna manera este tema ya fue abordado en este artículo, pero hay novedades que añadir y la primera tiene que ver con el transporte y la manera cómo se está evitando que el agua entorpezca el sistema más puntual del mundo.
En Tokio hay dos operadoras de trenes subterráneos, que son propiedad del gobierno y de la administración metropolitana. Las dos operadoras tienen que lidiar con unos 10 millones de pasajeros que se movilizan cada día. Es como transportar a toda la población de Moscú o a toda Bolivia durante las 18 horas de operación (si se amplia la cuenta al Gran Tokio y a los trenes exteriores, cada día viajan 26 millones de pasajeros, la fuente es Japan Today; es algo más que toda la población de Australia).
Para que ello suceda operan 13 líneas, que utilizan 231 estaciones que unen una red de 286 kilómetros de vías. Todas estas estaciones están bajo tierra y son potenciales pozos a donde caiga el agua de lluvia que no sea canalizada correctamente.
Fotografía de Tokyo Metro |
Pero se invalidan en las ciudades, que están llenas de cemento y asfalto, materiales impermeables. Los niveles de lluvia son los mismos, pero ahora la tierra no absorbe sino que el agua fluye por las aceras, por las calles, a las alcantarillas y luego a los desagües artificiales, que suelen ser ineficientes en el momento de mayores precipitaciones.
El Scientific American Blog Network publicó un artículo en el que dice que “El control de inundaciones es un componente importante en la adaptación al cambio climático y los esfuerzos de resiliencia”.
Lo peor que le puede pasar a esta ciudad es que las vías de desfogue se saturen y el agua termine en las estaciones de metro, como sucedió en el pasado.
Una medida particular es la que desarrollo Tokyo Metro: es un sistema que sella el 20 % de las estaciones. Es decir, durante una inundación es más seguro estar dentro del metro en una de esas estaciones metros bajo el nivel del suelo que a la intemperie, que con los pies sobre la tierra.
El sistema es múltiple: unas enormes puertas sellan los túneles por donde transitan los vehículos. En el mismo momento, se cierran herméticamente los ductos de ventilación y la entrada a la estación, que está a nivel de la calle. Con esto se logra tener un espacio seguro. Este sistema también crea refugios apropiados si la amenaza es un tsunami.
Diario El País, de España, reportó hace poco que “Otro de los activos con los que cuenta la ciudad para luchar contra posibles inundaciones son los diques construidos en paralelo a sus ríos. En la actualidad el Departamento de Construcciones del Gobierno Metropolitano de Tokio está creando varios “súper diques”, capaces de aumentar el control sobre sus aguas. Estas macro estructuras construidas a lo largo de amplias extensiones de terreno también están pensadas para contrarrestar los efectos de posibles terremotos en las zonas donde se encuentran ubicadas. Junto a los diques, las esclusas situadas a lo largo de la bahía de Tokio juegan un papel fundamental en el control de las aguas en caso de desastre natural”.
El diagrama fue realizado por Scientific American Blog Network |
Eugenio Rodríguez, en su blog Fieras de la Ingeniería, informa que los trabajos de construcción se iniciaron en 1992, se terminaron en 2009 y se usó cerca de 1.700 millones de dólares de las cuentas del gobierno.
Una manera muy práctica de entender cómo funciona es compararlo con la rendija que tienen los lavamanos por donde se va el agua cuando se acumula en exceso. Pero este proyecto japonés tiene dimensiones colosales.
Cuando hay una cantidad de agua que puede provocar daños a la población se recoge el excedente de agua, se lo canaliza hacia cinco silos a través de túneles y se deposita en un tanque de almacenamiento que es como el centro de detención provisional. Un sistema de más de 70 bombas conducen el agua hacia el río Edogawa, en las afueras de la capital de Japón.
Foto tomada de http://www.unmissablejapan.com |
Satoshi Yamamoto dijo al medio digital Bloomberg que “…el calentamiento global parece estar haciendo que las tormentas y tifones ocurran con más frecuencia, lo que exigiría un aumento del uso de depósitos subterráneos de la ciudad. Japón registró un promedio de 13 tifones durante los tres primeros años de la presente década, en comparación con un promedio de alrededor de 11 en los seis décadas anteriores”. El científico cita como fuente a la Agencia Meteorológica de Japón.
Yamamoto fue entrevista por este medio de comunicación porque es el responsable de la construcción de uno de los mega silos, cuya terminación está planificada para 2016. Este, en particular, está ubicado en un lugar muy populoso y famoso: debajo de Roppongi. Tiene capacidad para almacenar el agua que llenaría 54 piscinas olímpicas.
Para el Japón, la solución a los problemas derivados del exceso de agua es crear espacios de almacenamiento temporal debajo de la ciudad. Hasta el momento ha servido, Tokio no ha sentido ningún efecto adverso de los tifones de los últimos tres año. El sistema no ha sido probado todavía con un tsunami y lo mejor sería que eso no suceda nunca. Lo mejor, por el momento, es la seguridad que genera saber que hay un sistema trabajando para hacer la vida mucho más llevadera en este país que se retuerce.
Me encantará verles ya mismo para contarles otra historia.
Antes que se vayan, si siguen este vínculo pueden tener un "streetview" del G-Cans, gracias a Google Maps.
En este otro pueden hacer una visita con la cámara de un aficionado.
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