チョコレート: la rabiosa pasión de la golosina

Hola a todos:

En realidad, debería decir LA golosina, con perdón del gazapo idiomático. Yo creo que ninguna se le compara. Es decir, si se hace una encuesta mundial el チョコレートvencerá de largo.
Hay muchas, cada lugar del mundo tiene su golosina local que se expone junto al monumento del prohombre de la ciudad, muy cerca del edificio –restaurado- donde ese líder hizo aquello que sirvió para que florezca la identidad de esa geografía.
Los alfajores porteños y el suspiro limeño, las colaciones de maní quiteñas y la cuajada con melao santafereña. Todos los sitios tienen lo suyo, pero el チョコレート es absolutamente mundial.
Es de aquellos productos que se parquean en una esquina en la que se unen la razón y la fruición. A veces los argumentos a favor explican lo bien que se siente, a veces ideas y sentidos caminan por sendas distintas. De cualquier manera, lo común es que la conclusión sea positiva.
La manera de explicar lo que se siente cambia y es probable que la discusión sea cómo se expresan los arrebatos de la fruición y la razón, ahora juntas, luego separadas, entonces intercaladas, en idas y venidas maliciosas, juguetonas, confusas y reveladoras.
Todo esto viene a cuenta porque por segunda vez asistí a la International Food and Beverage Exhibition Japan 2013 (Foodex) donde han presentado nuevamente el producto con gran éxito. La bienvenida dada por los asistentes a la feria sucede unas semanas después de que el チョコレート fue el regalo preferido por las japonesas para darles a sus novios y amigos durante San Valentín.
Y luego de la feria y la fiesta hubo una "degustación" de チョコレート organizada por Pamela, a nombre de Pacari, marca ecuatoriana que ha ganado lo suyo a nivel internacional. Digamos que Pamela intentó conseguir de una veintena de japoneses expresiones sensoriales respecto del producto.
Lo que logró fue poco. Es que, de todas formas, en Japón es poco lo que se puede conseguir si se busca expresiones de cariño como las que estamos acostumbrados los latinos. Es reconfortante dar una cachetada de confianza a un amigo, apapachar a las hijas, es rico dar un abrazo una amiga que no se ve en tiempos. De hecho, los latinos usamos buena parte del tiempo de nuestras vidas en establecer contacto físico con los que están al lado, la comunicación de los poros es muy importante.
Pero para el japonés no, la comunicación de los poros no existe, la extrema cercanía de una piel ajena es una invasión al terreno inescrutable de la individualidad.
Para mí es inexplicable cómo es posible vivir sin muestras físicas de cariño, pero ahí van unos ejemplos de todo lo que equivocado que estoy en esta parte del globo terráqueo.
Un profesor de Mi Señora le contó, cuando vino a estudiar japonés años atrás, que recordaba que la última vez que su padre le había abrazado había sucedido cuando tenía nueve o diez años. En la época del relato el maestro tenía unos treinta años.
Lo segundo: es un espectáculo como los juegos pirotécnicos, dos amigas que se encuentran en la calle: se miran desde lejos y mientras se van acercando emiten gritos y murmullos guturales de emoción inusuales, en cada paso hay grititos y baten las manos, sonríe de verdad. Y siguen con esos gestos hasta que están a milímetros la una amiga de la otra. Y siguen por un tiempo dando muestras hiperquinéticas de emoción. A milímetros. A milímetros. A milímetros. Pero no llega el contacto, nunca.
No tengo aún una idea clara de por qué son así. Tampoco puedo explicar por qué los latinos somos abrazadores y querendones. Y, por esto, la rabiosa pasión de la golosina  para los nipones es interna y por tanto inescrutable, a menos que estén dispuestos a decirlo con palabras, que por su propia voluntad abran las compuertas de la represa de sus sentimientos.
Foto cortesía de Pamela Revilla
Los japoneses que escuchaban las explicaciones de Pamela en la "degustación" de
チョコレート se supone que disfrutaron del evento, pero no lo dijeron ni hicieron gesto alguno para demostrarlo. Pamela decía con voz decidida que el sabor le recordaba las nubes que lamen las montañas en los bosques nublados y lluviosos del piedemonte andino, cuando los rayos de sol hacen trazos de crayón tomate sobre las nubes del atardecer y la tierra húmeda exuda vida mientras la eternidad se mece sobre columpios colgados de algarrobos. No, nada les saco un gesto diferente, ninguna palabra de Pamela funcionó como el sacacorchos que destapa un mundo de sensaciones.
Lo cual no quiere decir nada. Es decir, les gustó el chocolate y les gustó mucho, pero una golosina robada del cielo no se expresa con rabiosa pasión, no en Japón.
El idioma es también un problema. En el tránsito del español al japonés algo se pierde. A lo mejor mucho se confude. En la traducción hay una contribución adicional para complicar la tarea de comunicarse de seres humanos que vienen de diferentes culturas.
A propósito, por si todavía no lo saben, チョコレート significa chocolate, en japonés. Fonéticamente se lee "chocoreeto".
Que disfruten de una buena barra. Hasta pronto. 

Comentarios

Entradas populares